Hace casi cuatro años que se quemó la casa donde crecí . El partido de la selección, el deseo de compartir una fría tarde de mayo con pan caliente y té al goce del balón pié pasó a ser el primer paso de una pesadilla y la representación de nuestros viejos recuerdos en cenizas.
Paremos el drama, se quemó solo la mitad de esa casa pero para los que en ella habitaban fue sin duda un gran impaz. Mi núcleo propiamente tal ya hace tres años que había dejado la casona por otra en los suburbios, del “Gran Hogar Familiar” al “sueño de la casa propia”, pero igual miramos con espanto calcinados los cimientos de nuestra felicidad : Los primeros pololeos con tocaciones de mis viejos en el “living-comedor” , el cadencioso guitarreo con su infaltable piscola de mi papa y la tranquila mirada de “yaya” en las reuniones familiares, no por ser la abuela reflexiva y templada como las que salen en los libros, sino ese guiño tácito que te dice LO TENGO TODO BAJO CONTROL , YA HIZE TODO LO QUE TENIA QUE HACER, aun le otorgan ese halo de misterio a esa mujer.
Junto todo ese revoltijo de recuerdos (pre-fuego) cerca de las flores secas y al final del largo pasillo descansaba en la pared un cuadro de otra mujer que símil a la otra se bastaba a si misma, esa impresión daba. La serigrafía del cuadro gastado. Nos intrigaba junto con mi primo el rostro apretado, tosco, el mentón carnudo de
Poco antes de eso, antes del cariño y respeto nos dominaba un especial miedo por la mujer. Esa imagen encabezando “Gracias a
El techo del baño se había quemado, cocina ya no había (por efecto del pan) y los cuartitos que miraban al patio (antaño verde de plantas) pasaron a ser el negro nicho de las vigas de la casa. Como una celebración , una minga o un malón acudimos todos los ex habitantes de la catedral familiar a literalmente barrer las cenizas de lo que quedaba. Fuera de las llamas lo esencial: guitarras, panderos cultrunes, bajos eléctricos sonajeros y amplificadores, televisores, computadores quedaba encargarse del resto, y allí entramos nosotros. Me tocó rescatar el cuadro de Violeta Parra : nada había cambiado, como si jamás hubiere ardido, como si nunca el humo la hubiese penetrado. Solo estaba mojado, estilando digo, me incorporé y atisbé el cuadro, sacado de las ruinas , lo dejé junto a las otras cosas. Nunca mas supe de ella.
Pero esas son las escenas que a la mente se me viene asociando Violeta Parra, las tonadas pasadas a madera vieja, el “alla llay” con gusto a milo y super 8, “
Este relato tiene ya sus años, No pensaba en subirlo por que no tenia motor, Pero cuando supe que la expociciòn de las arpilleras de Violeta Parra, en exhibiciòn integral desde el mes de noviembre del pasado año, subiò a la calidad de Espacio Violeta Parra en el Centro Cultural Palacio de
*Guia del Palacio : "Miren , aprendan algo de Violeta, niños, esto ella lo comenzó hacer cuando estuvo enfermita, estuvo ocho meses enferma de Hepatitis, que es un dolor aqui en el estomago"